La diferencia entre los ingresos y los gastos de consumo de una persona o de una familia se llama ahorro. Cuando el dinero ahorrado se usa para adquirir un bien que generará ganancias, se está haciendo una inversión.
El ahorro ayuda a proteger el nivel de vida de las personas ante situaciones de pérdida de ingresos o posibles reducciones en el ingreso futuro, como la cesantía (falta de trabajo) o ante el aumento imprevisto de los gastos debido, por ejemplo, a una enfermedad.
Además, el ahorro permite acceder a bienes que tienen un costo importante en relación con el ingreso personal o familiar sin recurrir al endeudamiento.
Antes de invertir, es importante tener claro cuáles es el objetivo, qué es lo que se quiere obtener ahorrando. Por ejemplo, costear las próximas vacaciones, arreglar tu habitación o cambiar tu bicicleta.
Las metas que consiguen con un ahorro constante de sólo algunos meses, se conocen como objetivos de corto plazo. En cambio, si las metas financieras tienen que ver con reunir el pie para comprar una casa, el financiamiento de la educación futura de los hijos o ahorrar para mejorar las condiciones de jubilación, se trata de objetivos de mediano o largo plazo.
Una vez que se cuenta con un plan de ahorro con un propósito determinado, se requiere invertir el dinero ahorrado con el fin de obtener una ganancia.
La obtención de cierta ganancia, también llamada retorno o rentabilidad, debería permitir al menos que el dinero ahorrado no se devalúe en relación a la inflación (alza del costo del dinero). En otras palabras, una inflación en aumento puede hacer que el precio del dinero suba, por lo tanto, la ganancia obtenida de la inversión realizada, al menos debería permitir mantener el poder adquisitivo, es decir que el monto de dinero acumulado al menos permita comprar lo mismo que antes de ahorrarlo o invertirlo.
Es importante tener en cuenta que una inversión sólo es exitosa cuando se logra concretar el plan inicial, por lo cual al momento de elegir dónde invertir, es necesario considerar cuál es el riesgo que se está dispuesto a asumir y la rentabilidad que se espera obtener. También es importante tener en cuenta que habrá períodos en que se pueden aprovechar buenas oportunidades de inversión y otros en que el mercado no será especialmente atractivo para las inversiones, lo que a la larga permite compensar las fluctuaciones y obtener retornos más estables.
Por esta razón, si se tiene un horizonte de ahorro de largo plazo y no se desea correr riesgos, es recomendable el ahorro periódico y su inversión constante.
Para efectuar una buena inversión es necesario informarse acerca de las alternativas posibles, para poder comparar:
- la rentabilidad que ofrecen,
- el riesgo,
- las facilidades para rescatar su ahorro,
- los costos de administración que cobran,
- otras consideraciones de interés.
Para obtener información, se puede recurrir a las instituciones financieras como bancos, compañías de seguros, corredores de bolsa, administradoras generales de fondos, entre otras, las que deben explicar a sus clientes acerca de su portafolio de inversión, que está compuesto por diferentes instrumentos de inversión y los plazos en los cuales se debería obtener una ganancia.
Las tasas de interés juegan un papel fundamental en los mercados financieros y afectan de manera directa las decisiones de inversión. Comprender la dinámica de las tasas de interés es clave para gestionar eficazmente un portafolio; sus fluctuaciones influyen en diferentes clases de activos y afectan el rendimiento de tus inversiones.
Tasas de interés y macroeconomía
Las tasas de interés son, en otras palabras, el costo del dinero, y son fijadas por los bancos centrales con el fin de controlar la inflación. En esencia, cuando las tasas suben, se encarece el crédito, lo que tiende a frenar el consumo y la inversión empresarial. En contraste, tasas más bajas abaratan los préstamos e incentivan la inversión.
Los ajustes de tasas de interés tienen implicaciones significativas en los precios de los activos financieros. Desde bonos hasta acciones y bienes raíces, cada inversión responde de manera distinta a las variaciones en las tasas, y es fundamental que los inversionistas comprendan estas relaciones para poder optimizar sus carteras.
Bonos y tasas, una relación directa
El impacto de las tasas de interés es particularmente claro en el mercado de bonos, activos de renta fija que pagan un cupón determinado por cierto tiempo. Cuando las tasas aumentan, los bonos emitidos previamente pierden atractivo frente a los nuevos con cupones más altos. Esto provoca una caída en el precio de bonos antiguos.
Si posees un bono que paga un cupón de 3% y las tasas suben a 4%, el bono se deprecia porque los inversionistas prefieren comprar los bonos más recientes de mejores rendimientos. Esta pérdida potencial de valor es una consideración crítica para quienes invierten en bonos y responde al nombre de riesgo de tasas de interés.
Por el contrario, en un entorno de tasas decrecientes, los bonos antiguos que pagan mayores cupones se vuelven más valiosos, esto genera ganancias para sus tenedores. Esta sensibilidad a los ajustes en las tasas de interés hace que la gestión activa de los bonos sea una estrategia vital en momentos de volatilidad en las tasas.
Acciones y tasas, relación indirecta pero poderosa
Aunque el impacto de las tasas de interés sobre las acciones no es tan inmediato como el que se da en los bonos, sus movimientos sí influyen significativamente. Las empresas dependen del financiamiento para expandir sus operaciones, y cuando las tasas suben, se reducen los márgenes de beneficios y sus valoraciones.
Adicionalmente, las tasas altas aumentan la tasa de descuento empleada en los modelos de valoración de flujos de caja futuros, reduciendo el valor presente de las ganancias proyectadas de las empresas. Este fenómeno es más notable en sectores como el de tecnología, donde las expectativas son clave del valor de las acciones.
Por el contrario, cuando las tasas bajan, las empresas pueden financiarse a costos más bajos, lo que apoya su crecimiento y puede resultar en una apreciación de las acciones. Los sectores con mayor sensibilidad a las tasas, como los bienes de consumo discrecional o la tecnología, tienden a beneficiarse más en estos escenarios.
Real estate o FIBRAs
El sector inmobiliario también es altamente sensible a las variaciones en las tasas. Las tasas hipotecarias suben o bajan junto con las tasas generales, afectando directamente la demanda de bienes raíces. En un entorno de tasas bajas, el costo del financiamiento es más accesible; suben la demanda de propiedades y sus precios.
No obstante, cuando las tasas suben, el encarecimiento de los préstamos hipotecarios puede desalentar la compra de propiedades, ejerciendo presión a la baja sobre los precios. Los inversionistas que dependen del financiamiento también se ven afectados, ya que los costos adicionales de intereses erosionan los retornos.
¿Cómo invertir en diferentes entornos de tasas?
Ante las fluctuaciones en las tasas de interés, es esencial adoptar estrategias de inversión que mitiguen el impacto del entorno económico. En un escenario de tasas al alza, se puede optar por reducir la duración de las posiciones en bonos y enfocarse en activos de renta fija de corto plazo, o instrumentos indexados a la inflación.